El lenguaje digital es protagonista de una revolución tecnológica sin precedentes, según Negroponte (1996), "lo digital es por definición, interactivo". La configuración del texto ha cambiado significativamente, es móvil, tiene diferentes puntos de vista, diferentes rutas -condición ya señalada por Lévy (1998)- y contempla por tanto la acción del individuo en estas rutas.
De esta forma se facilita al usuario hacer una lectura no necesariamente lineal, pudiendo desplazarse a través del texto en función del interés y la significatividad de determinados conceptos. De esta forma podía establecerse una relación algo más democrática entre el creador y el receptor de la obra.
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