martes, 12 de enero de 2010

EL VIAJE A ÍTACA

Y en esta construcción de tu propio relato, donde tú seas el protagonista, sería bueno recordar a Ítaca.

Ítaca

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y experiencias.
A lestrigones, cíclopes o fiero
Poseidón, nunca temas.

No hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
Nunca a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al fiero Poseidón encontrarás
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo,
que numerosas sean las mañanas
de verano en que arribes a bahías
nunca vistas, con ánimo gozoso.

Detente en los emporios de Fenicia,
adquiere hermosos artículos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos
-cuanto puedas invierte en voluptuosos
y delicados perfumes.

Visita muchas ciudades egipcias y aprende,
con avidez de los sabios.

A Ítaca tenla siempre en la memoria.
Llegar allá es tu meta,
mas no apresures el regreso.

Mejor que se dilate largos años
y, en tu vejez, arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Un hermoso viaje te dio Ítaca. Sin ella
el camino no hubieras emprendido.
Mas, ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no hubo engaño.
Rico en saber y en vida como has vuelto
comprendes qué significan las Ítacas.

Konstantino Kavafis


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